Hongos capaces de controlar robots
La unión entre la biología y la robótica ha dado lugar a avances sorprendentes, donde la naturaleza sirve de inspiración para el desarrollo de tecnologías innovadoras. Uno de los ejemplos más asombrosos es el uso de hongos como elementos centrales en el control de robots. Este concepto, que hasta hace poco parecía exclusivo de la ciencia ficción, hoy se encuentra en los laboratorios más avanzados del mundo. A través de este artículo, exploraremos cómo los hongos, particularmente el Pleurotus eryngii, están marcando una nueva era en la robótica, desde su funcionamiento hasta las aplicaciones potenciales en campos como la agricultura, el medio ambiente y la exploración marina.
Contenido de éste artículo
Pleurotus eryngii, el hongo capaz de controlar robots

El Pleurotus eryngii, comúnmente conocido como hongo ostra rey, es una especie bien conocida por su rápido crecimiento y capacidad para formar amplias redes de micelio. El micelio es una estructura filamentosa que actúa como una red subterránea, transportando nutrientes y estableciendo conexiones entre organismos en su entorno. Estas redes fúngicas no solo son vitales para la vida del hongo, sino que también presentan un comportamiento similar al de las neuronas humanas, lo que ha captado la atención de científicos en el campo de la robótica.
Lo que distingue al Pleurotus eryngii en este contexto es su capacidad para generar pequeñas señales eléctricas. Esta propiedad, al ser adecuadamente aprovechada, ha permitido que los científicos utilicen al micelio como una forma de control biológico para robots, estableciendo una comunicación efectiva entre lo orgánico y lo mecánico.
La biohibridación es una frontera emergente que mezcla lo natural con lo artificial, y en el caso de los hongos controlando robots, este concepto cobra una relevancia fundamental. Los robots biohíbridos no solo integran componentes biológicos y mecánicos, sino que utilizan la actividad eléctrica de los hongos para realizar funciones de control y respuesta. Esto significa que, a diferencia de los sistemas puramente computacionales, las señales eléctricas generadas por el hongo son las que permiten al robot moverse y reaccionar ante estímulos ambientales.
El uso del micelio como base de control abre una serie de preguntas sobre los límites entre lo vivo y lo no vivo. ¿Hasta qué punto podemos considerar a estos robots como entidades independientes? ¿Estamos ante una nueva forma de inteligencia híbrida? Estas preguntas son objeto de debate en la comunidad científica, mientras se sigue explorando el potencial de los robots biohíbridos.
¿Cómo funciona un robot controlado por hongos?
Uno de los desafíos más grandes al diseñar un robot controlado por hongos es establecer una conexión efectiva entre los electrodos y el micelio. Esto se debe a que los filamentos del micelio son extremadamente finos y no generan grandes cantidades de biomasa. Sin embargo, una vez que se logra esta conexión, el micelio comienza a interactuar de manera directa con el sistema del robot, transmitiendo señales eléctricas que actúan como órdenes de control.
El equipo de la Universidad de Cornell, dirigido por el profesor Robert Shepherd, fue capaz de crear esta interfaz exitosa utilizando un Pleurotus eryngii. A través de los electrodos, las señales generadas por el micelio se amplifican, permitiendo que el robot realice movimientos simples y responda a cambios en su entorno, como la presencia de luz. Puedes leer el artículo aquí.
Respuesta a estímulos ambientales
Una de las características más notables de los hongos es su capacidad para reaccionar ante estímulos ambientales, especialmente la luz. En uno de los experimentos más destacados, los científicos expusieron al hongo a una luz ultravioleta y observaron cómo el robot, controlado por las señales del micelio, modificaba su velocidad y dirección. Este comportamiento biológico puede aprovecharse para diseñar robots que respondan de manera autónoma a condiciones ambientales cambiantes.
El control por luz no solo es innovador en términos de diseño robótico, sino que también plantea nuevas oportunidades para aplicaciones en entornos donde los sensores tradicionales pueden ser limitados o ineficaces. Estos hongos pueden actuar como sensores vivos, detectando variaciones en el entorno y adaptando su comportamiento de manera eficiente.
Aplicaciones de los robots controlados por hongos
Uno de los campos donde estos robots tienen un potencial considerable es en la agricultura. En lugar de utilizar sensores tradicionales, los hongos pueden ser empleados como detectores naturales de cambios en la composición del suelo. Esto permitiría a los robots decidir cuándo es necesario añadir fertilizantes o regar los cultivos, mejorando la eficiencia y reduciendo el impacto ambiental.
El profesor Shepherd destacó que estos robots podrían tener un rol crucial en la mitigación de problemas ecológicos, como la reducción de las floraciones algales nocivas, al monitorear la química del suelo y reaccionar ante posibles riesgos. Esta capacidad de actuar en tiempo real, gracias a la sensibilidad del micelio, podría ser clave en la creación de soluciones tecnológicas sostenibles.
Otra área prometedora es la exploración marina. En ambientes acuáticos donde las condiciones son extremas y los sensores tradicionales no son viables, los hongos podrían actuar como un componente biológico que permite a los robots operar de manera autónoma. La resistencia del micelio a diferentes condiciones ambientales lo convierte en una opción viable para proyectos de largo plazo en áreas remotas o inaccesibles para la tecnología actual.
Además, el monitoreo ambiental con robots fúngicos podría ofrecer una solución efectiva para la detección de cambios químicos en el agua o en el aire. Los hongos podrían integrarse en dispositivos que realicen análisis continuos del entorno, permitiendo a los robots ajustar su comportamiento en función de las condiciones detectadas.
¿Cuál es el futuro de la robótica biohíbrida?
A pesar de los avances, existen desafíos importantes que deben superarse antes de que los robots controlados por hongos puedan ser desplegados en aplicaciones del mundo real. Técnicamente, la integración de los sistemas biológicos con los mecánicos sigue siendo una tarea compleja, donde la durabilidad de los componentes biológicos y la eficiencia en la transmisión de señales deben mejorar significativamente.
Por otro lado, también surgen cuestiones éticas relacionadas con el uso de estos robots en entornos naturales. Al liberar grandes cantidades de dispositivos biohíbridos en ecosistemas sensibles, podríamos alterar las cadenas tróficas o afectar de manera impredecible a la fauna y flora locales. Estos impactos potenciales deben considerarse cuidadosamente antes de avanzar en la implementación de estas tecnologías a gran escala.
El desarrollo de robots biohíbridos no se limita al uso de hongos. Las investigaciones actuales están explorando la posibilidad de incorporar otros organismos, como bacterias o algas, para ampliar el rango de aplicaciones de esta tecnología. En el futuro, podríamos ver robots biohíbridos autorreparables, capaces de adaptarse a condiciones cambiantes y realizar tareas complejas de manera autónoma.
La robótica biohíbrida está destinada a jugar un papel fundamental en la integración de la tecnología con la naturaleza, permitiendo la creación de máquinas más eficientes, sostenibles y capaces de resolver problemas globales.
Conclusión
La integración de hongos como controladores biológicos en robots es un avance revolucionario en el campo de la robótica. Este enfoque no solo ofrece una solución innovadora para la creación de robots más sensibles y autónomos, sino que también redefine los límites entre lo vivo y lo inerte. A medida que continuamos explorando el potencial de la biohibridación, los robots controlados por hongos tienen el poder de transformar sectores clave como la agricultura, la exploración marina y el cuidado ambiental. Sin embargo, es crucial abordar los desafíos técnicos y éticos asociados con estas tecnologías para garantizar que su implementación sea responsable y beneficiosa para el planeta.
En última instancia, estos avances representan solo el comienzo de un futuro en el que la tecnología y la biología trabajarán de la mano para construir un mundo más sostenible y eficiente.
También te puede interesar: Nueva hipótesis sugiere que la Tierra pudo haber tenido anillos hace unos 466 millones de años